lunes, julio 10, 2006

Historias de Delfines

Marcos vivía a la orilla de la playa. Al igual que todos los muchachos de la aldea, ayudaba a su padre a escamar el pescado, a tender las redes al sol y remendarlas. Una vez terminadas sus labores, tenía libre el resto del día.

Una mañana, en cuanto se desocupó tomó su arpón, una bolsa y su visor.
—Madre, me voy a bucear —dijo.
—Ten cuidado, el tata Cui ha visto tiburones cerca —le aconsejó su madre.

Se encaminó a la orilla, donde tenía lista su lancha. La empujó un poco y se subió. Empezó a remar hacia su lugar preferido, el arrecife, pues ahí podía encontrar peces de todos los colores y formas, erizos, cangrejos, estrellas y caballitos de mar. Al llegar lanzó el ancla. Luego se echó al agua. El lazo del ancla no estaba bien amarrado y el oleaje lo desató. Marcos seguía a unos peces azules y amarillos y, de pronto, vio a un tiburón que nadaba directo a él.


Marcos, espantado, salió a la superficie y enorme fue su desesperación al tratar de acercarse a la lancha, pues no importaba su esfuerzo ni lo rápido que nadara, con cada ola se alejaba más. De repente sintió que un objeto rozaba sus pies.


Sorprendido, observó cómo un delfín golpeaba con su hocico al tiburón una y otra vez, hasta que lo hizo huir. Luego el delfín nadó alrededor de él.
—Gracias —dijo Marcos— ; si no llegas, me come.

En respuesta el delfín emitió unos silbidos y se puso al lado de Marcos; él se agarró de la aleta de su nuevo amigo, que lo llevó muy cerca de la playa. Después, se alejó dando grandes saltos. Gracias a la ayuda de delfín, Marcos pudo contar la historia de su rescate.

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